La
infernal acusadora
ya
ha dado las menos diez.
Y
en mi cabeza algo estalla,
algo
grita una y otra vez.
Que
el silencio que había,
perturbado,
ahora está.
Pues
si antes daño hacía,
ahora
no existe, y hace más.
Y
bajando las escaleras,
como
Ariel voy maldiciendo,
y
al llegar, me dicen: ‘Una sonrisa’,
¡que
se la lleve el viento!
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