Pero, ¡ay! Cuánto te quiero,
como siento que me atas
y me atrapas en tu ropa
con tu encanto tan sincero
y tu sonrisa de plata.
Y, ¡ay, de esas mañanas,
de amor entre las sábanas!
¿Cómo quieres que te olvide
si no puedo escaparme
porque besaste mis alas?
Y así, me enamoraste
siendo el deseo de mi vida,
curaste mi brecha negra,
cerrando mi ardiente herida.
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