Ay, si pudiera rozarte,
aunque sea tu falda de olivos
o tu piel marrón como la madera
de tus árboles en verano.
Ay, si pudiera comerte
tanto en verano como primavera,
tanto de día como de noche,
si yo pudiera velarte.
Me muero, sin tenerte aquí,
porque te estoy llamando
y sólo contestas en sueños,
abriendo los cielos verdes
y perfumando campos blancos.
Qué pena tan grande siento,
al no tenerte a mi lado,
que agonía más impotente
el haberte separado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario